jueves, 17 de enero de 2008

ETAPAS EMOCIONALES DEL DIVORCIO

El divorcio es la separación matrimonial regulada como la institución que disuelve el matrimonio de dos personas que han estado casadas, en términos legales. En México podemos distinguir entre divorcio voluntario y divorcio necesario. El primero hace referencia a aquél en el que ambos cónyuges están de acuerdo con la disolución, mientras que por el contrario, el segundo es necesario como consecuencia de diversos factores que imposibilitaron la convivencia armónica en el entorno familiar.

La etapa del predivorcio es el “periodo caracterizado por desorganización y caos familiar, sobrecargado de sentimientos negativos respecto a la relación y al cónyuge” (Davison, 2006:95). Entre la pareja marital comienzan a presentarse actitudes tales como provocaciones mutuas, faltas de respeto, gritos, discusiones en donde sobresalen la intolerancia que ya existe hacia el otro. Es una etapa crucial, donde es evidente que ya no hay sentimientos como el amor que puedan rescatar el matrimonio e incluso se olvidan los momentos buenos que en un principio los unieron y los hicieron sentirse felices por un determinado tiempo; es entonces cuando únicamente se reconocen los defectos de la otra persona y no sus virtudes.

En términos emocionales podemos distinguir entre dos tipos de divorcios: el divorcio viable y el divorcio destructivo, (Davison, 2006: 96). En el divorcio viable, los padres habiendo hijos de por medio, velan por el bienestar de los niños; buscan los medios para que los efectos en sus hijos sean los menos dañinos y los acuerdos a los que se lleguen con respecto a la custodia, pensión alimenticia y días de visitas satisfagan tanto a padres como a hijos, sin tener mayores problemas que no se puedan resolver mediante la comunicación.

Por otro lado, en el divorcio destructivo, debido a los crecientes problemas y falta de diálogo, se llega al punto de involucrar a los hijos en las decisiones que sólo deberían competir a los padres, cómo la custodia de los niños, lo cual afecta la armonía ya que se usa a los hijos como aliados contra uno de los padres en beneficio del otro. En este tipo de divorcio, los padres están más enfocados en los problemas maritales que no tuvieron solución, que en el bienestar de los niños y las futuras repercusiones en los mismos.


En la etapa del posdivorcio, “una vez completado el duelo por las pérdidas sufridas la familia alcanza nuevamente la estabilidad perdida” (Davison, 2006:99). Sin embargo, no se puede dejar de mencionar que existen excepciones en las que por el contrario se sigue viviendo en una situación tormentosa emocionalmente y económicamente. Es por ello, que se debe ver al divorcio como una oportunidad de redefinirse y de encontrar nuevas brechas en el camino para ambos.

Se dice que frecuentemente son las madres las que afrontan la responsabilidad de quedarse al cuidado y manutención de los hijos. Es un gran reto para las madres solas encargarse no sólo de la crianza de los niños, sino también ser el sostén económico; al verse sumergidas en una profunda soledad, visualizan a sus retoños como sus confidentes, tomando éstos el papel de protectores de su madre. Cuando la economía es tan insuficiente se corre el peligro de que incluso los hijos tengan que abandonar los estudios para cooperar con los gastos de hogar.

No hay comentarios: