viernes, 18 de enero de 2008


  • Entre nueve y doce años


En esta etapa de la niñez, “los niños hacen grandes procesos, tanto en el terreno físico como en el psíquico” (Benedek,1999:94), ya son capaces de entablar habilidades sociales y relaciones de amistad. Se podría decir que ya están más preparados para afrontar los cambios en la estructura familiar tras el divorcio. En esta etapa podemos observar que también se extraña al padre ausente en la casa, sobretodo si es del mismo sexo. Si no se le presta atención a los cambios de actitud en estas edades, es más probable que el niño pueda caer en una depresión y por ende, su autoestima se deteriore.

Al estar a un paso de la adolescencia los cambios en sus cuerpos comienzan a aparecer, por lo que la compañía y guía de sus padres es esencial para que cuando llegue a la adolescencia los cambios en su forma de pensar y conducta no sean tan drásticos. Entre las reacciones al divorcio se puede manifestar que siguen siendo leales a ambos padres, manifiestan su confusión y tristeza por medio del enojo y del reproche, llegan a tener conductas manipuladoras, y sienten traicionados los valores que les fueron inculcados.

En esta etapa el papel de los padres es muy importante porque como ya mencionábamos están a un paso de la etapa más complicada de la vida: la adolescencia. Los padres ante la confusión y enojo, deben fomentar el respeto hacia el otro padre y hacer menos dolorosa la situación normalizando lo antes posible sus actividades cotidianas. Asimismo, es necesario que escuchen a sus hijos y sean pacientes con los cambios que manifiestan, deben ser más cariñosos de lo normal y demostrar en todo momento su apoyo y su inmenso amor.

Sin lugar a dudas, el divorcio no es una decisión sencilla, puesto que afecta no sólo de manera emocional sino también económica y socialmente a cada unos de los involucrados en la disolución del vínculo marital. Comunicar a los hijos sobre la determinación de la separación y los términos en los que queden los padres, son factores que como ya vimos van a contrarrestar los daños y el duelo de los hijos y de los mismos ex cónyuges, ya que si el divorcio logra traer más armonía y una sana convivencia entre los padres y los hijos, entonces habrá cumplido su objetivo.

El matrimonio y la llegada de los hijos no es una decisión que deba tomarse sin ser concientes de la gran responsabilidad que conlleva. Mantener el respeto, la comunicación y un buen ambiente familiar al interior del hogar, parece una tarea sencilla, no obstante, depende de la disposición de cada uno de los integrantes y por supuesto del amor que pondere en el núcleo familiar.

Por décadas se ha satirizado contra el divorcio, sin detenerse a analizar que en la época actual, ya no es posible vivir en un ambiente insano y falto de amor, resulta completamente dañino y causa terribles estragos tanto en los hijos como en los padres. Así es que es más conveniente repensar bien el matrimonio, y por ende las posibilidades de un divorcio o separación.

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